Con gran expectación he acudido al estreno de la esperada secuela de "Transformers", película que me dejó buen sabor de boca en 2007. Pero, para mi desgracia, me he encontrado con una producción que no tiene nada nuevo que ofrecer, y que avanza a trompicones a base de meras excusas para pasar de un escenario a otro, dejando en tierra al espectador.

Shia LaBeouf y Megan Fox han pasado a ser meros títeres al servicio del ruido del metal y de unos mórbidos efectos especiales, un papel que ya tuvieron en la primera parte, pero al menos en aquella estaba algo más conseguida su relación. Aquí la única preocupación es potenciar el lado sexy de Megan Fox, que hasta aparece en pantalla con un plano de su trasero.

Nivel técnico de primera, pero que ya no sorprende como lo hizo en la primera parte, sino que llega a hastiar gracias a un desmedido metraje para lo poco que cuenta el argumento.
Pocas novedades y poco disimuladas quedan las ganas de volver a repetir el taquillazo del verano de 2007. Un film carente de ingenio y que sólo logra ser uno de los films más despersonalizados de los últimos años, lo cual sólo podía ser obra de un director sin alma como Bay. Atronador batacazo.

Lo mejor: que dejasen aquí la saga.
Lo peor: no hay lugar para los protagonistas.