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8
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81.815
Ciencia ficción. Acción. Terror
Adaptación de la novela homónima de H.G. Wells. La invasión de la Tierra por los marcianos y la terrible batalla que tiene que librar la humanidad para sobrevivir se centra en una familia americana. Ray Ferrier (Tom Cruise) es un estibador divorciado y un padre nada modélico. Estando sus hijos de visita en su casa, estalla una tremenda e inesperada tormenta eléctrica. Unos momentos después, Ray es testigo de un acontecimiento ... [+]
22 de agosto de 2007
161 de 190 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que el ser humano adquirió el talento para la fabulación, las historias que han pasado a la posteridad son las de seres excepcionales en situaciones excepcionales. Don Quijote, Hamlet, el Cid... no eran unos tipos corrientes. Su inverosimilitud, su improbabilidad, es lo que les hacía grandes y dignos de crónica. Ray Ferrier es el gran hombre de esta gran historia. Su hazaña es sobrevivir y su mérito, la fortuna. La suerte de sobrevivir es el mejor destino en un mundo en guerra.
La obra literaria original de H.G. Wells y la versión cinematográfica de Spielberg coinciden en un estilo narrativo realista que procura credibilidad a sus planteamientos fantacientíficos. Solo que cada una es hija de su tiempo. A pesar de la universalidad de la guerra, entre 1900 y 2000 han surgido diferencias cualitativas del concepto de la guerra. La guerra moderna se concibe en la ciudad y no hace distinción entre soldados y niños (si acaso, bajas y daños colaterales).
En el libro de Wells el protagonista era un hombre de ciencia que deambulaba en solitario por la desolación de la guerra. En esta película es un obrero de clase baja que huye con sus hijos, un adolescente y una niña. Ray es un padre que desea que sus hijos sobrevivan a la guerra y lo consigue, como suele decirse, de chiripa. Pero también es un adulto que conoce el horror y pretende, a toda costa, preservar la inocencia de los jóvenes. La película de Spielberg refleja la lucha denodada del protagonista por salvaguardar en la niña ese don que él ha perdido irreversiblemente: la inocencia.
Rachel, la inocencia, es invitada por su padre a contemplar el espectáculo atmosférico desde la parte trasera de la casa: “Vas a alucinar”, le dice. Pero cuando se hace patente que el terror absoluto ha aterrizado, Ray, blanco de miedo (y blanco por el polvo de los edificios destrozados, clara y no única referencia al 11-S) toma su mayor determinación, ocultar a Rachel la perturbadora realidad: le pide que no mire hacia atrás, le venda los ojos, le obliga a cantar una canción para que no oiga...
La obra literaria original de H.G. Wells y la versión cinematográfica de Spielberg coinciden en un estilo narrativo realista que procura credibilidad a sus planteamientos fantacientíficos. Solo que cada una es hija de su tiempo. A pesar de la universalidad de la guerra, entre 1900 y 2000 han surgido diferencias cualitativas del concepto de la guerra. La guerra moderna se concibe en la ciudad y no hace distinción entre soldados y niños (si acaso, bajas y daños colaterales).
En el libro de Wells el protagonista era un hombre de ciencia que deambulaba en solitario por la desolación de la guerra. En esta película es un obrero de clase baja que huye con sus hijos, un adolescente y una niña. Ray es un padre que desea que sus hijos sobrevivan a la guerra y lo consigue, como suele decirse, de chiripa. Pero también es un adulto que conoce el horror y pretende, a toda costa, preservar la inocencia de los jóvenes. La película de Spielberg refleja la lucha denodada del protagonista por salvaguardar en la niña ese don que él ha perdido irreversiblemente: la inocencia.
Rachel, la inocencia, es invitada por su padre a contemplar el espectáculo atmosférico desde la parte trasera de la casa: “Vas a alucinar”, le dice. Pero cuando se hace patente que el terror absoluto ha aterrizado, Ray, blanco de miedo (y blanco por el polvo de los edificios destrozados, clara y no única referencia al 11-S) toma su mayor determinación, ocultar a Rachel la perturbadora realidad: le pide que no mire hacia atrás, le venda los ojos, le obliga a cantar una canción para que no oiga...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El terror es exógeno pero también endógeno, la locura de la destrucción es infecciosa y no solo los extraterrestres personifican la amenaza, cualquier hijo de vecino puede apuntar la sien de uno con el cañón de una pistola. La guerra supone para el ser humano la pérdida de su humanidad, atrozmente dramatizada en el asesinato de Ogilby por parte de Ray.
Es sorprendente, por tratarse de Spielberg (al menos el de antes de A.I. y Minority Report), el final de la película, un final en el que la esperanza es vaga. El reencuentro familiar carece de excesos sentimentales, un par de abracitos fruto de la urgente necesidad de calor humano, tras la inhumana odisea vivida, aunque nada hace presagiar una recomposición de la familia rota. Es un reencuentro crudamente aséptico.
A propósito de finales asépticos, otra sorpresa del filme es que respete pulcramente el final de la novela, la destrucción de los invasores extraterrestres por parte de unos microscópicos seres portadores de enfermedades terrestres. Seguro que el gobierno de los “marcianos” invertía la mayoría de sus presupuestos en Defensa y solo destinaba una minúscula parte a Sanidad. ¿No es una ironía fabulosa sobre la soberbia del ser inteligente?
Es sorprendente, por tratarse de Spielberg (al menos el de antes de A.I. y Minority Report), el final de la película, un final en el que la esperanza es vaga. El reencuentro familiar carece de excesos sentimentales, un par de abracitos fruto de la urgente necesidad de calor humano, tras la inhumana odisea vivida, aunque nada hace presagiar una recomposición de la familia rota. Es un reencuentro crudamente aséptico.
A propósito de finales asépticos, otra sorpresa del filme es que respete pulcramente el final de la novela, la destrucción de los invasores extraterrestres por parte de unos microscópicos seres portadores de enfermedades terrestres. Seguro que el gobierno de los “marcianos” invertía la mayoría de sus presupuestos en Defensa y solo destinaba una minúscula parte a Sanidad. ¿No es una ironía fabulosa sobre la soberbia del ser inteligente?