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Voto de PADRE FLANAGAN:
9
Bélico Mítica película antibélica que plasma los sentimientos, sensaciones y desilusiones de un grupo de jóvenes estudiantes que son enviados al frente en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Es una adaptación de la novela homónima del escritor alemán Erich María Remarque. Su estreno provocó enfrentamientos entre nazis y comunistas. (FILMAFFINITY)
1 de marzo de 2011
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta casi increíble que esta película tenga ya la friolera de 81 años. Al acabar de verla he comprobado que efectivamente fue rodada en 1930 (Oscar a la mejor película en aquel año, totalmente merecido), pero a no ser por la fotografía y el movimiento acelerado de los extras en algunas escenas (propio del cine mudo) nadie lo hubiera dicho.

No sólo es que es una joya cinematográfica desde cualquier punto de vista, repleta de aciertos: la historia que se cuenta ante todo, de cómo la ingenua exaltación patriótica del principio se transforma paulatinamente en decepción y en una larga lucha por sobrevivir; la excelente recreación de la lucha y la vida en las trincheras; las aterradoras escenas de batallas; el espléndido montaje; la sucesiòn de escenas conmovedoras ; la contención de los actores, cosa también insólita en un momento en el que el cine todavía rebosaba de actuaciones exageradas, reminiscencia del cine mudo y sin embargo aprovechando toda la riqueza visual y narrativa de ese mismo cine ... Además de todo eso, es también, en su espíritu, muy moderna para su tiempo, sobre todo si se compara con muchas otras películas de guerra posteriores.

Inútil insistir sobre el mensaje central de la cinta, desarrollado a lo largo de dos horas y pico de metraje. Precisamente el convertir a los antiguos (y futuros, aunque entonces nadie lo sabía) enemigos en los protagonistas de la historia subraya aún más el sinsentido de todo conflicto (luchamos contra ellos, los matamos con nuestras propias manos, y sin embargo son seres humanos como nosotros, con sueños y esperanzas, con tan pocas ganas de morir como nosotros mismos). No son meras palabras, por mucho que las hayamos oído repetir una y otra vez. Basta ver la película, imaginarte que estás allí, ahí en medio de las trincheras y el barro, los piojos y las ratas, los bombardeos incesantes y la muerte omnipresente, recordar que además aquéllos que os matan y a los que matais son exactamente como vosotros y sufren lo mismo que vosotros, y te darás cuenta que es así.

Y sin embargo el impacto y la consiguiente reflexión que causara en su momento en los espectadores no parece que sirviera, a la postre, de mucho (en vista de que en menos de diez años ya estuviera la Humanidad metida de nuevo, y con renovado entusiasmo, en otra guerra, ésta mucho peor y mucho más cruel y salvaje que la anterior), por lo que cabe preguntarse por un lado hasta qué punto tiene capacidad el cine (o cualquier otro medio de expresión) en influir en el público, y por el otro, qué capacidad tiene el ser humano de aprender de lo que ve, lee o escucha.

La generación que vio la película y luego hizo la Segunda Guerra Mundial parece que no aprendió nada. Pero es que ni las posteriores y, visto lo visto, la nuestra tampoco.
PADRE FLANAGAN
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