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España España · Madrid
Voto de Tiburón:
8
Comedia. Drama. Fantástico Un niño, que desafía la ley de la gravedad y crece lejos de las miradas de todos, se convierte en un hombre extraordinario y famoso, pero él solo desea tener amigos.
28 de diciembre de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo maravilloso de la apreciación artística es la libertad que proporciona la subjetividad humana para valorar una creación sea ésta de la índole que sea. En el caso del cine, y en otras manifestaciones, lo menos bueno es que la subjetividad del gusto no siempre es inocente y natural, sino que ha sido moldeada de alguna manera por lo que podríamos llamar el gusto “estructurado”, por las modas, por lo mediático y por lo que se supone que es el arte con mayúsculas culturalmente aceptado como tal. Pero más allá de reflexiones a lo Bourdieu, he querido escribir unas líneas sobre una película que no ha llamado la atención de la crítica mundial ni tampoco de los miles de usuarios de Filmaffinity, embelesados, y con cierta razón, por cintas como Joker, Érase una vez en Hollywoood, El Irlandés, Parásitos, Avengers u otras.
Se trata del film italo-belga "El hombre sin gravedad" (Marco Bonfanti, 2019). Inspirado en obras literarias de Italo Calvino y Gabriel García Márquez, narra la insólita historia de un niño que nace sin la condición de la gravedad. Es decir, que flota como en el espacio. Sin grandes pretensiones filosóficas pero con gran eficacia comunicativa, consigue transmitir emoción simpática y despierta reflexiones interesantes sobre la trascendencia de la infancia perdida, la imposibilidad de ser libre sin vida social ni amorosa o el impacto de los prejuicios sociales y de los miedos atávicos que impiden la convivencia básica con los demás. Con un realismo mágico tratado de forma realista, esta tierna fábula sobre la inocencia y la pureza se permite de manera sencilla y sutil, pero contundente, presentar a un mundo obsesionado por lo extraordinario, una sociedad infantilizada y cruel que busca solo impresionarse de manera lúdica sin el más mínimo respeto por la dignidad humana. Y de paso, critica la análoga obsesión por la fama, por el dinero que proporcionan cualidades anormales sin ni siquiera preguntarse por su origen o las dificultades existenciales que sufre el que acarrea un don tan especial. Sin ser una obra maestra, porque para mi gusto decae un poco el guion en la parte final, consigue plasmar una metáfora de nuestros tiempos: la pretensión de parecer “graves” sin serlo. El que es verdaderamente ingrávido y libre es el bondadoso y no el perverso esclavo que solo piensa en lucrarse o distraerse de manera acrítica. Una grata sorpresa. Y me importa un bledo si no está nominada por la Academia de Hollywood. Saludos flotantes.
Tiburón
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