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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Terror En 1979, un grupo de jóvenes cineastas se propusieron hacer una película para adultos en la zona rural de Texas, pero cuando sus anfitriones solitarios y ancianos los atrapan en el acto, el elenco pronto se encuentra en una lucha desesperada por sus vidas.
2 de diciembre de 2023
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Esta improbable mezcla de «La visita» («The Visit», 2015) y «The Deuce» (2017-2019) funciona a las mil maravillas y definitivamente me ha supuesto un hallazgo gratísimo. Tanto es así, que ya hay precuela, «Pearl» (ídem, 2022) y una secuela, «MaXXXine» (ídem), se estrenará en 2024.
Dirige Ti West, hombre orquesta habitual del subgénero con unas tasas de actividad rayanas en lo estajanovista; habida cuenta de lo tal, y de los exiguos presupuestos que se suelen manejar en el mundillo, jalona su carrera un puñado de bodrios. Ahora bien, aquí, y contra todo pronóstico, da en el clavo… y nos lo mete por el ojo hasta el bulbo raquídeo.
El guion, muy inteligente y obra del propio West, elude todos y cada uno de los tópicos del adocenado cine de terror de las últimas décadas, haciendo avanzar la historia a golpe de genuinas sorpresas y muertes por demás ingeniosas. El humor negro con un punto caricaturesco que impregna la primera mitad de la cinta acaba tornándose una amargura sencillamente desoladora.
La fotografía a cargo de Eliot Rockett presenta unas texturas terrosas que contribuyen con suma eficacia a la ambientación setentera. Lo mismo sucede con ciertos jugueteos cromáticos, en deuda con el inefable «giallo». La panorámica que prologa la película, o el plano cenital de la protagonista nadando despreocupadamente con un gigantesco caimán detrás, constituyen dos ejemplos palmarios de que «X» atesora bastantes más quilates de lo que es de uso. El montaje, pródigo en guiños traviesos y rimas internas, también resulta digno de encomio.
Hasta Mia Goth, que nunca ha sido santo de mi devoción, entrega un trabajo de indiscutible solvencia. Algo más retraída se ve a Jenna Ortega, si bien su personaje no invitaba a las alharacas de los del resto del reparto. Todo lo contrario que Britanny Snow y, especialmente, un Martin Henderson a quien, pese a su pasaporte neozelandés, le sienta como un traje a medida el rol de productor texano de cine porno, sombrero de cowboy incluido.
Carorpar
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