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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Ciencia ficción A pesar de que la sociedad y el mundo se colapsaran hace un tiempo, una fábrica automática continúa operando de acuerdo con los principios del consumismo: los humanos consumen productos para ser felices, y para poder consumir continuamente se les debe negar la libertad de elección y la voluntad. Adaptación de la historia corta "Autofac", de Philip K. Dick. (FILMAFFINITY)
17 de febrero de 2024
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Recuerdo que, en su día, «Electric Dreams» me dejó algo frío. Principalmente debido a la desalentadora sensación de «quiero y no puedo» que transmitía, causada por unas insuficiencias presupuestarias que la hacían salir mal parada de su comparación con «Black Mirror» (ídem, 2011-Actualidad), piedra de toque de la distopía audiovisual (post) moderna.
Revisitado al cabo de un lustro, «Autofab», quizá su episodio más icónico, me invita a replantearme mis severos juicios de entonces y si no convendría darle una segunda oportunidad a la (mini) serie toda. Prueba de la decadencia algorítmica en que andan sumidos el subgénero en general y la creación de Charlie Brooker en particular, y también de lo caducado, antediluviano casi, del cacareado sofisma «La edad de oro de la TV».
Para empezar, el diseño de producción que se me antojara pobre otrora, me parece hoy más que digno. El recorrido a vista de pájaro de las ciudades convertidas en un solar y el surgimiento —totémico, babilónico— de la ciclópea fábrica abejeada de drones constituyen imágenes de indiscutible potencia.
Argumentalmente «Autofab» atesora elementos de sumo interés. A la singularidad entendida como un drama —tragedia incluso: la toma de consciencia por parte de la máquina conlleva el descubrimiento de su propia intrascendencia— tan característica del universo Philip K. Dick se suma un hallazgo ciertamente sugestivo a la par que definitivamente turbador: el dominio del devastado mundo postapocalíptico no corresponde a la castrense Skynet de la saga «Terminator», sino a una especie de Amazon cuya necesidad de incrementar exponencialmente la producción de bienes de consumo lleva al planeta de cabeza al desastre.
Precisamente ahí radica el gran valor de «Autofac» —supone, de hecho, el rasgo distintivo de la ciencia ficción de calidad—, en que la historia que nos cuenta, pese a un horizonte temporal relativamente lejano —si bien, por desgracia, no tanto como en 2018— nos suena demasiado. Tanto, que acojona. Ojalá lo bastante como para, de una vez, poner fin —o coto al menos— a los suicidas desmanes que cimentan nuestro modo de vida.
Carorpar
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