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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Fantástico. Terror En las montañas, durante una oscura y lluviosa noche, un misterioso hombre llega a una posada llena de turistas. El extraño comportamiento de Roland Brissot (Pierre Fresnay) llama la atención de todos. Obligado por los acontecimientos, así como por la hostilidad de la multitud que le rodea, a regañadientes empieza a contar su historia. Tiempo atrás fue un pintor fracasado, hasta que despechado por la mujer que amaba en un restaurante, ... [+]
19 de agosto de 2019
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insólito film francés, realizado durante uno de los períodos más controvertidos de la historia del país vecino: el régimen de Vichy.
La carrera de su director, Maurice Tourneur, merece asimismo capítulo aparte. El padre del célebre Jacques Tourneur fue un pionero que paladeó las mieles del éxito en Estados Unidos. No obstante, igual que tantísimos otros, quedó arrumbado por el tsunami del sonoro. De regreso en Francia, se adaptó bien al nuevo formato y siguió dirigiendo hasta quedar impedido en un accidente de tráfico. Acabó sus días como traductor de novelas de detectives
“La mano del diablo” parece querer escapar de cualquier categoría al uso, empezando por el propio subgénero. Habitualmente catalogada como cinta de terror, la etiqueta pronto se le queda pequeña a la inclasificable miscelánea de melodrama bizarro y comedia mefistofélica que constituye esta reelaboración, en clave bastante surrealista, del mito de Fausto.
Rodada con evidente economía de recursos, Tourneur los aprovecha hasta el último céntimo, manifestando un admirable “savoir faire”, muy propio, por otra parte, de aquellos maravillosos visionarios, santos locos que dieran a luz el séptimo arte. El resultado es una obra dignísima y sin complejos; antes al contrario, orgullosa de su aire expresionista y hechuras casi artesanales
Es posible que “La mano del diablo” no dé excesivo miedo al espectador actual, encallecido de cinismo; pero tampoco cabe duda del encanto algo ingenuo, definitivamente de otro tiempo, que dimana la propuesta. Además, que la encarnación del príncipe de las tinieblas sea un viejecito de aspecto entrañable –aunque ciertamente travieso– supone un hallazgo de valor incalculable.
Carorpar
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