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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
9
Drama. Intriga En 1964, en un pueblo sureño, donde el racismo está profundamente arraigado y el Ku Klux Klan reivindica violentamente la supremacía blanca, tres activistas defensores de los derechos humanos desaparecen sin dejar rastro. Dos agentes del FBI, de caracteres muy diferentes, se harán cargo de la investigación. (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria película, durísima y de tanta actualidad, si no más, como en el momento de su estreno, con la muerte —asesinato— de George Floyd y el movimiento Black Lives Matter frescos en la memoria y un supremacismo blanco de día en día más envalentonado.
Cabe censurarle a Alan Parker su tendencia —algo amarillista para mi gusto— a la denuncia-espectáculo, ejemplo conspicuo de lo cual es la célebre «El expreso de medianoche» («Midnight Express», 1978), sórdido florilegio de efectismos. Ahora bien, conviene asimismo reconocerle la aterradora eficacia con que sus oportunistas panfletos vienen rodados.
En efecto, y de modo semejante a como sucediera con la mencionada «El expreso de medianoche», en «Arde Mississippi» nos sumerge hasta la coronilla en una atmósfera asfixiante, casi —o sin el «casi»— de círculo dantesco, en su caso la del Sur profundo durante los años sesenta, cuando los derechos civiles eran poco menos que papel mojado. La impunidad con la que los blancos perpetraban sus tropelías contra una población negra absolutamente indefensa y la impotencia del gobierno federal frente a esa aberración jurídica dada en llamar leyes de Jim Crow nos tiene con el corazón en un puño durante sus dos horas largas de metraje.
En el apartado interpretativo, la película se beneficia sobremanera de un reparto en estado de gracia. A un joven Willem Dafoe de trazas kennedianas le da la réplica un Gene Hackman a quien el rol de agente duro y poco apegado al procedimiento le sienta como un guante. Los acompaña Frances McDormand, estupenda como siempre, aquí en el papel de sojuzgada —y harta— esposa de un «redneck» de bofetada pronta y gatillo fácil.
La fotografía a cargo de Trevor Jones, seca y de texturas documentales —justa ganadora del Óscar— redondea una cinta que patea el hígado moral —y el anatómico— del espectador más encallecido con su escalofriante plasmación de una realidad que, aún hoy, se resiste a pasar a la historia de la infamia.
Carorpar
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