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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
9
Aventuras. Drama En 1560, poco después de la destrucción del imperio inca, una expedición española parte de las montañas de Perú rumbo a las selvas del Amazonas, en busca de la legendaria tierra de El Dorado. A través del diario del fraile Diego Gaspar de Carvajal iremos conociendo detalles y circunstancias de aquella peligrosa aventura... (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empiezo a temer que con los años me haya vuelto listo o, lo que es más probable, insomne. Porque hace poco revisité «Persona» (ídem, 1966) y me pareció bastante asequible y anoche volví a «Aguirre, la cólera de Dios», que en su día me había dormido como un bebé recién eructado, y no la encontré «un coñazo» ni Klaus Kinski me puso «de los nervios» —Boyero dixit—. Al contrario, creo que el film de Werner Herzog posiblemente sea el que mejor ha retratado la conquista española de América.
Leyenda negra aparte, los cronistas de Indias manifestaron una honestidad ética e intelectual de la que deberían tomar nota algunas ex potencias que se las siguen dando hoy de árbitros de la moral. En los escritos de uno de ellos, Gaspar de Carvajal, si bien referidos a una expedición anterior —la de Francisco de Orellana—, se inspira Herzog para poner en imágenes el periplo de Lope de Aguirre, delirante y con evidentes ecos conradianos: el descenso del Amazonas a bordo de precarias balsas de troncos, asaeteados por un enemigo invisible —nativos hostiles, el hambre y las fiebres— y bajo los inescrutables designios de un iluminado homicida. Los conquistadores españoles aquí retratados son los homéricos indeseables —con su puntito de fanatismo religioso— que encontramos en las crónicas antedichas: lo peor de cada casa, una cáfila malencarada y patibularia; pero movidos por algo tan del ideal caballeresco como el anhelo de fama y fortuna.
Las imágenes de Herzog poseen una belleza devastadora, se te llevan por delante como la vegetación omnímoda y ese río de discurrir cósmico. Estampas —insisto— estremecedoras que se acompañan de la expresividad lisérgica de una banda sonora mezcla de los sintetizadores de Popol Vuh, el estruendoso silencio de la selva y unos diálogos próximos al gruñido paleolítico. En cuanto a Klaus Kinski, admirado y odiado por igual —a veces incluso en la misma secuencia y sin solución de continuidad—, su Aguirre de mirada perdida y cojera vulcánica forma parte indeleble y merecidísima del imaginario cinematográfico colectivo.
Carorpar
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