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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Drama Cleo, una joven cantante, espera impaciente los resultados de un examen médico. Cuando una adivina que lee las cartas le revela que tiene cáncer y que puede morir, su inquietud aumenta. Tratando de ocupar su tiempo a la espera de los resultados, Cleo conoce a un joven soldado, a punto de partir para hacer el servicio militar en Argelia, al que confía su temor a la muerte. (FILMAFFINITY)
16 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película extraña a la que cuesta coger el aire, y ello pese a presentar destellos de genialidad desde los mismos títulos de crédito, con esa lectura del tarot en lacerante color. No ayuda la indefinición en que Agnès Varda chapotea durante el primer cuarto de su metraje, a medio camino entre un experimentalismo de raíz godardiana y el amateurismo y las texturas documentales de los Resnais y Truffaut primeros, como si, epígono aventajado de la “Nouvelle vague”, tratase de impresionar a sus maestros.
Perfecta metáfora de lo que vendrá a continuación, Corinne Marchand se arranca la barroquizante peluca y sale a las hermosísimas calles de París, dejando en casa sus insufribles mohines y a sus todavía más molestos aduladores —eso sí, ver a José Luis de Vilallonga quejarse de estar muy liado con el trabajo constituye un sarcasmo glorioso, rayano en el dadaísmo—. A partir de entonces, Varda parece encontrar su propia voz, de lo cual se beneficia sobremanera una historia que, de hecho, se convertirá en uno de los emblemas de la revolución iniciada por aquellos jóvenes y feroces cahieristas. Porque la cinta gana en naturalidad y frescura, pródiga en travellings subjetivos y conversaciones escuchadas al paso, las mismas que atraparíamos en cualquiera de los apretados veladores que hasta hace nada poblaban las aceras parisinas, más valiosas, si cabe, ahora que la COVID-19, como tantas otras cosas que dábamos por sentadas, se las ha llevado, y mucho me temo que para siempre.
En fin, insisto en que si no le tenemos en cuenta el desconcertante planteamiento, el casi-debut de Agnès Varda —su opera prima es “La pointe courte” (ídem, 1955)—, con su sencilla lírica urbana y el virtuosismo en el manejo de la cámara, se cuenta con todo merecimiento entre la media docena de joyitas que aquilataron la “Nouvelle vague”, movimiento renovador que, seis décadas después, conserva la lozanía que ostentaran sus veinteañeros protagonistas.
Carorpar
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