El ínfimo presupuesto de este thriller indio dificulta que pueda uno tomarse a “Lens” moderadamente en serio. Cada uno de sus fotogramas transmite un amateurismo —parece grabada no ya en video, sino con la cámara de un móvil (chino)— que no tarda en hacerse cargante. Porque aquello que tendría cierta gracia para un corto postadolescente con colegas la pierde por completo cuando se alarga hasta cerca de las dos horas. A tal respecto, el visionado completo de “Lens” se hace bola —todavía más— por culpa de la inserción, con calzador y sin vaselina, de ese eterno flashback explicativo. Definitivamente, el de la elipsis no se cuenta entre los talentos, limitadísimos, de su novel factótum, Jayaprakash Radhakrishnan —creo que no me he dejado ninguna letra—. En cuanto a las escenas pseudoeróticas, de un kitsch que tira de espaldas —incluso para la industria de Bollywood, generosa en gazmoñería—, extraña que pudiera nadie hacer de ellas material pornográfico de consumo masivo, y mucho menos el zopenco del protagonista, tal como sucede en esta película.
Una cosa sí cabe reconocerle a “Lens”, y es la turbadora idea de la que parte, por cuanto de cíclica actualidad. Puesta en manos de un guionista, un director y un ramillete de actores de verdad —nada de relumbrón, sólo un equipo razonablemente competente—, y dotada de unos fondos que diesen para algo más que un botellón (de perfil bajo), podría originar una cinta con bastante potencial. Por una vez, y sin que sirva de precedente, me gustaría ver el “remake” americano, caso de que algún día se haga.