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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
9
Comedia Película sobre el mundo del cine, Keaton es un proyeccionista que sueña con ser un detective cuando, milagrosamente, se encuentra dentro de la película que está proyectando. Allí intentará salvar a su amada de las garras del villano. Una de las más aclamadas cintas de cine mudo llena de gags visuales y con un portentoso Buster Keaton. (FILMAFFINITY)
14 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
«El moderno Sherlock Holmes» cumple cien años y lo hace con las mismas gracia, frescura y espectacularidad de su estreno, en buena medida merced a la restauración llevada a cabo por la Cineteca de Bolonia en 2015, que nos permite disfrutar de ella con una calidad de imagen y unas texturas sencillamente deslumbrantes. Y sin pagar un céntimo: está en YouTube.
Un Buster Keaton (casi) en la cima de su carrera —faltan dos años para «El maquinista de La General» («The General», 1926), seguramente su película más reconocida; pero se codea ya con Charles Chaplin y Harold Lloyd, entre otras luminarias de la época— nos regala una delicia metacinematográfica, un mediometraje encantador cuya influencia se aprecia, por ejemplo y de modo palmario, en «La rosa púrpura de El Cairo» («The Purple Rose of Cairo», 1985).
En «El moderno Sherlock Holmes» encontramos plenamente desarrolladas las señas de identidad del cine de Buster Keaton. Abundan los gags físicos con el contrapunto hierático del protagonista —no en vano a Keaton se lo conocía como «stone face», traducido en España por «Cara de Palo»—. El componente surrealista se erige aquí en uno de los ejes vertebradores de la trama, toda vez que es en la confusión entre sueño y realidad donde estriba la quiebra argumental que desencadena la memorable segunda mitad del film. Mención aparte merece un desenlace que se erige en uno de los más emotivos homenajes a la magia del séptimo arte nunca vistos.
Cabe asimismo resaltar la presencia de unos cuantos trucajes —la experiencia extracorporal, el ingreso en la pantalla, el salto dentro de la maleta— particularmente logrados y que, de hecho, aún hoy, y pese a los abrumadores avances habidos en la materia, se antojan dignos de admirar. También las escenas de acción, que se suceden a un ritmo indesmayable, evidencian la asombrosa pericia técnica del Keaton realizador.
En el apartado interpretativo, Buster Keaton compone un personaje entrañable. La economía gestual antedicha no resulta óbice para que su joven y (literalmente) soñador proyeccionista lleve un siglo robándonos los corazones con sus inquietudes detectivescas. En definitiva, una obra maestra de uno de los mayores cómicos del mudo y, por ende, de la historia del cine toda. Una joya que está de aniversario. Felicidades.
Carorpar
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