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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Comedia. Drama. Romance Una stripper quiere tener un bebé. Sin embargo, no consigue convencer a su novio, razón por la cual decide entonces pedir ayuda a su mejor amigo... (FILMAFFINITY)
29 de marzo de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mis años de estudiante —o, como dice mi suegra, “cuando era feliz y no lo sabía”— me inculcaron que juzgar el pasado a la luz de una —pretendida— superioridad moral contemporánea suponía incurrir en una falacia de bulto. La batallita viene a cuento —o quizá no, pero ahí queda— de alguna que otra airada reseña con que he topado respecto a esta “Une femme est une femme”, donde se la tacha de machista con toda la rabia que el epíteto —palabra comodín de actualidad, como en su día “revisionista”, “madridista” y la cíclicamente de moda “fascista”— acostumbra a concitar. Cegados (y cegadas) por el fervor de las buenas intenciones, olvidan, o tal vez lo desconozcan —quiero creer que no—, que en 1961 eran machistas “Un femme est une femme”, Godard su director y la sociedad francesa toda, porque machista era un mundo occidental en el que los futuros artífices de mayo del 68 llevaban aún pantalón corto. En su extremo más absurdo —¿qué extremo no lo es?—, la referida severidad ahistórica deslegitimaría la tentativa siquiera de admirar, pongamos por caso, las pirámides de Guiza, en tanto levantadas a costa del trabajo esclavo de miles de infelices. La verdad, ateniéndonos a criterios tales, casi cualquier obra de arte premoderna resultaría condenable.
Estoy de acuerdo en que, con independencia del “zeitgeist”, la de “stripper” es una profesión cosificadora del cuerpo femenino y, en ocasiones —demasiadas, porque una sola ya lo es—, vinculada al tráfico de personas; por ende merecedora de un rechazo sin matices. Lo que no comparto, porque no alcanzo a entenderlo, es qué pueda haber de reprochable en el deseo de ser madre que alberga la protagonista. Que la maternidad se haya vuelto sospechosa de connivencia con el heteropatriarcado da la medida de los niveles de paranoia que nos estamos acostumbrando a soportar. Encierra, además, otro absurdo, en su caso de corte biológico: los varones no podemos quedarnos embarazados. Estoy seguro de que, de lo contrario, muchos —entre los que me incluyo— estaríamos dispuestos a poner ese granito de arena en la pervivencia de la especie humana. Pero, de momento y mientras la ciencia no corrija tamaña desigualdad, va a tocar seguir apañándose como hasta ahora. O puede que se trate de algo, a mi juicio, peor que la mera estulticia dogmática, del elitismo “petit bourgeois” subyacente a consideración de que reproducirse es una cosa “lumpen”, hobby de analfabetos subsidiados sin nada más elevado que hacer que procrear criaturas igual de prescindibles.
Con perdón de la extensa digresión sociológica —o sociologicista, por no abandonar el trillado sufijo y sus implicaciones—, es evidente que “Une femme est une femme” no está entre las obras máximas de Godard. Sin embargo, no le faltan elementos de mérito. Sus jóvenes intérpretes hacen gala de una frescura rayana en el amateurismo. Pura, encantadora “Nouvelle Vague”. No en vano, Anna Karina se alzó con el premio a la mejor actriz en la Berlinale. Me abstendré de hacer referencia alguna a su estremecedor atractivo físico porque en lo que va de reseña debo de haber cubierto el cupo de enemigos correspondiente a este lustro. Eso sí, la amo más que a mí mismo. Ese guiño suyo con que la película echa el telón contiene más "sex-appeal" que todo el porno rodado y por rodar, en esta y en futuras eras geológicas. El color, vivaz como la manera que tiene Anna Karina de estar en el mundo, es sencillamente hermosísimo. Y los jugueteos de Godard con el sonido y las rotulaciones constituyen estimulantes travesuras dadaístas que, naturalmente, han provocado urticaria a varios usuarios de la página. Finalmente, el París de hace casi sesenta años atesoraba una belleza decadente que la conversión en parques temáticos y sus franquicias ubicuas han robado a todas las grandes capitales europeas.
Carorpar
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