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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Comedia Val Waxman (Allen) es un neurótico director de cine que, tras conseguir dos veces el Óscar, ha caído en el olvido. El fracaso lo ha llevado al mundo de la publicidad, pero él anhela desesperadamente volver a los escenarios. A pesar de que lo abandonó por un gran productor, su ex-mujer (Téa Leoni) sigue confiando en su talento y le propone dirigir una película de gran presupuesto que produciría su novio. Pero justo antes de empezar el ... [+]
24 de julio de 2023
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A Woody Allen le pasa lo que a cineastas como Wilder, Hitchcock, Eastwood o Polanski: su obra menos lograda es mejor que lo mejor de la mayoría. Un ejemplo palmario es esta «Un final made in Hollywood», cinta menor en su extensa y muchas veces brillante filmografía y, sin embargo, una de las comedias más hilarantes del último cuarto de siglo.
Transcurridas dos décadas desde su estreno, tiene la (dudosa) virtud añadida de haber adivinado —parcialmente, si se quiere— el futuro del realizador neoyorquino: cancelado en los Estados Unidos, acogido en Francia. Prueba de lo cual es su último film, «Golpe de suerte» («Coup de Chance», pendiente de estreno).
«Un final made in Hollywood» presenta todas y cada una de las señas de identidad de Allen, un poco como si la hubiera rodado en piloto automático. En consecuencia, gustará a sus fans —entre los que me cuento— y repelerá profundamente a sus detractores. Un director neurótico y en la cuesta abajo se ve atacado por una ceguera psicosomática durante el rodaje de la película que debe devolverlo a la cresta de la ola. Tratando de mantenerlo en secreto, continuará rodando con la ayuda de su ex mujer, ahora emparejada con el mandamás de la productora. El resultado se lo pueden imaginar.
El argumento, que da pie a un puñado de situaciones —insisto— jocosísimas, no carece de miga crítica para con esa industria que, en efecto, acabaría por defenestrar a Woody Allen. Sin abandonar nunca el tono festivo, «Un final made in Hollywood» reparte estopa a diestro y siniestro. Así, reciben lo suyo los grandes estudios con sus peces gordos «alla» Harvey Weinstein, la crítica a sueldo y los medios de comunicación presuntamente serios —«Esquire» no tiene fama de tabloide, precisamente—, los actorzuelos de tres al cuarto que se creen Marlon Brando, los «auteurs» endiosados y los «connaiseurs» con ínfulas.
En suma, estamos ante un título que, sin contarse entre los más recordados de Woody Allen, no carece de elementos de un interés que el paso de los años y el desarrollo de los acontecimientos no han hecho sino acrecentar. No será un clásico, pero cada vez lo parece más.
Carorpar
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