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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
6,6
345
Documental Un emocionante e inquietante viaje cinematográfico a través de la vida, el trabajo y los tormentos de Caravaggio. La luz y la sombra, los contrastes y las contradicciones, el genio y la intemperancia distinguen su existencia y su arte. Un recorrido narrativo y visual filmado en 8K en Milán, Florencia, Roma, Nápoles y Malta. (FILMAFFINITY)
31 de enero de 2021
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante documental en torno a Michelangelo Merisi, el inmortal Caravaggio, una de las figuras más controvertidas y, por ende, sugestivas, de la historia del arte. Un maldito “avant la lettre”, una estrella del rock que se atrevió a usar como modelos para sus vírgenes y santos a sus compañeros de juergas, una florida cáfila de matones, prostitutas y trileros. Siempre me ha llamado la atención la inusual proliferación de “enfants terribles” en el tránsito entre el Bajo Renacimiento y el Barroco —caso de Christopher Marlowe en el teatro isabelino, o Lope de Vega en el patrio—, supongo que en buena medida producto de la frustración de las ilusiones humanistas por culpa de la Contrarreforma y las guerras de religión.
No sé si creador del influyente tenebrismo, pero sí su más perfecto ejecutor, Caravaggio ideó perspectivas casi tan atrevidas como sus sórdidos personajes. Y cuando pinta un ángel, cualquier debate acerca del sexo de éstos se vuelve ocioso: lo tengan o no, disfrutan de él tanto o más que nosotros. Porque sus lienzos dimanan una sensualidad estremecedora; eso sí, muy distinta de la de Rubens, otro vividor impenitente. Más turbia, más ambigua. Si el pintor flamenco encarna el jolgorio de un banquete de bodas; el milanés, en cambio, parece preferir la despedida de soltero, y a altas horas de la madrugada, cuando la prudencia dictaba irse a casa en lugar de abismarse en ese after donde pillar de todo menos un resfriado.
Vida y obra de Caravaggio son tan atractivas que al documental dirigido por el mexicano Garces Lambert se le perdona hasta su gusto —ya caduco— por el videoarte, la instalación y la “performance”. Claro, que dichos pasajes no hacen sino multiplicar, por contraste, la belleza y la eterna juventud de la pincelada caravaggiesca. Igualmente discutible se antoja el recurso a la voz en off y en primera persona, peor aún a sabiendas de que apenas si hay documentos autógrafos del artista. Al final, resulta que funciona mucho mejor el testimonio, no por convencional y erudito menos apasionado, del par de expertos consultados. En cuanto a la filmación en 8K, constituye un ejemplo de aprovechamiento saludable de los avances técnicos de nuestro tiempo, regalándosenos una experiencia inmersiva sencillamente asombrosa, una orgía sensorial que hubiera hecho las delicias, precisamente, de su parrandero protagonista.
Carorpar
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