Continuando la sinopsis, tras un considerable salto temporal, Lobo Blanco ya es un apuesto joven y el pistolero (Sidney Poitier), el sheriff de una pequeña comunidad habitada mayoritariamente por personas de raza negra.

En las más de dos horas que aún restan de película, nos contarán como Lobo Blanco se enamorará de la hija de su padre adoptivo con los graves conflictos que eso le acarreará y por otra línea argumental, cómo S. Poitier tendrá que plantarle cara al cacique del pueblo que, al frente del Ku Klux Klan local, hostiga y asesina a los negros. Avanzando la historia, Lobo Blanco y el sheriff aunarán sus fuerzas contra la banda del cacique.

Hay muchos dimes y diretes, el drama romántico del indio con la muchacha blanca añade bastante duración a la película y Sidney Poitier -ya bastante mayor- queda en un plano más relegado y también le colocan una novia -esto añade más y más amor-, aunque cuando saca genio se anima la función y por fin se huele algo de pólvora.

Generosa en exteriores y convincentes los escenarios, si la historia de amor hubiera estado más contenida, se podría haber disfrutado de un western convencional pero entretenido, ya que como su duración es tan larga, aún queda sitio para un buen montón de escenas de acción.

El doblaje en español, con sonido a telefilm, desmerece el trabajo del reparto y le hace perder brillo.
Justamente olvidada.