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Voto de telemendenge:
4
Drama Biopic del famoso pintor impresionista Vincent Van Gogh, que retrata su atormentada vida a partir de su obra, que no es más que un reflejo de la ansiedad, la sensación de fracaso y la soledad que lo llevaron, finalmente, a la locura. (FILMAFFINITY)
1 de marzo de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el protagonista de esta historia fuera un pintor fracasado y olvidado, Alexander Lievin por ejemplo, en lugar del celebérrimo y controvertido Van Gogh, esta película obtendría una calificación bastante más discreta. Es la historia de un pintor atormentado porque no consigue vender sus cuadros y salir de la miseria. No hablamos de Julio César, ni del doctor Livingstone o de San Agustín. No. Hablamos de un pintor que, encima, no alcanzó el éxito y, como usted y como yo, vivió en la sombra. Su vida no resulta muy interesante.

No es una gran producción, no hay aventuras, no hay grandes diálogos, los personajes secundarios no destacan, el argumento no da para más y un buen documental habría ilustrado mejor, en la mitad de tiempo, la biografía del personaje y el valor de su obra, aunque para la mayoría podría resultar más aburrido.

El personaje de Quinn no tiene mucho desarrollo y el premio Oscar solo se podría explicar como un esfuerzo de la Metro para promocionar su producto ya que no se lo iban a dar a Douglas porque estaba en contra de la caza de brujas de la industria de su tiempo. Douglas, sin embargo, es cierto que lo da todo y lo da bien. Para ahorrarse explicaciones, le nominaron simplemente y él a buen seguro se dio por enterado. Pero sin Douglas la película no habría salido del cajón.

En cuanto a la chocante fotografía, corresponde a su época y devalúa notablemente el trabajo, más aún cuando se manipula la iluminación para enmarcar el estado de ánimo del personaje. Si Van Gogh se encuentra en el desgraciado pueblo minero, interiores y exteriores atenúan sus luces.
Si él está ilusionado como un chaval en casa de sus padres, enamorado de una jovencita, las ventanas iluminan el salón como un estudio de televisión.
Si sale entusiasmado al campo para declararse a su amada, la vergonzante escena de estudio presenta sombras de los potentes focos por todos los rincones y los colores pastel lo inundan todo. El Technicolor había llegado a la gran pantalla para quedarse y, junto con el Cinemascope, eran el gancho para llenar las salas.

Al final el que aburre soy yo. Si la ve y le gusta, bien. A mí Van Gogh no me interesa más que el ficticio Lievin y esta enésima película épica del Hollywood de los cincuenta, menos aún, aunque lo correcto sería opinar como los otros cinco mil usuarios. Gracias por leer hasta aquí en lugar de hacer otra cosa.

Lo dejo ya que mañana es lunes.
telemendenge
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