Si digo que Memento está entre mis diez películas preferidas, no miento. No voy a discutir si la fotografía es buena, los movimientos de camera los idóneos o si se le podía haber sacado más provecho a los actores. No soy un entendido de cine ni pretendo serlo. Simplemente soy un aficionado y amante del séptimo arte, y como tal tengo que decir que Memento me cautivo desde el día en que se cruzó en mi camino. La estructura de la peli me parece soberbia; lo más original que he visto en mi vida. No recuerdo ninguna otra cinta que captara tanto mi atención desde el primer momento hasta el último. La forma de hilvanar cada secuencia de la historia me parece tan innovador como enriquecedor. Sin duda alguna el éxito de Memento estriba en su montaje. Si el señor Nolan se hubiera limitado a seguir la secuencia “lógica” o habitual de la historia, perdería todo su encanto. De hecho, perdería todo su sentido...

La gran novedad que nos presenta esta película es, que en lugar de presentarnos unos hechos para a continuación desvelar el final, nos presenta el desenlace de una historia para revelarnos los hechos que lo provocan. Dicho de otra forma, en lugar de ver una peli para entender su desenlace, veo su desenlace para entender “como empieza” la peli. Sencillamente sublime. Para ello utiliza la superposición de tomas en blanco y negro con otras a color. Mientras que las primeras relatan el presente de la historia, las tomas a color exponen un futuro cada vez más cercano. Ambas narraciones convergen en la mitad de la historia, que a su vez es el final del film.