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España España · Madrid
Voto de Feisal:
10
Drama Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y ... [+]
30 de enero de 2006
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen a veces películas que, más allá de los Oscar que han ganado, o del valor cinematográfico que poseen, que tienen una especie de halo que las envuelve, y que las convierte en míticas para la eternidad. "Matar a un ruiseñor" es una de estas películas, y por varias razones. La historia de Atticus Finch (Gregory Peck), el abogado padre de dos hijos huérfanos, que los educa con dulzura pero sin ñoñerías, hablándoles con respeto y tranquilidad, y sabiéndoles escuchar. A la vez que educa a su hijo Jem y a su hija Scout, debe enfrentarse a un caso muy complicado, el de la acusación por parte de un granjero de que su hija ha sido violada por un negro, Tom Robinson (Brock Peters), a pesar de que no existen pruebas. La gente, en un comportamiento típico del sur de los EEUU de los años 30, da por hecho que Tom es culpable. Y Atticus se encarga personalmente de su defensa, acarreándole enemistades de sus vecinos, pero que él soporta sin rechistar, pues cree en su dignidad y en sus valores, y en la inocencia de Tom. Sus hijos son testigos de la lucha de su padre contra los valores establecidos por una sociedad racista e ignorante. Gregory Peck compone el que, seguramente, es el mejor personaje de toda su carrera, y que le valió justamente el Oscar (aunque yo se lo habría dado ex-aequo con Peter O'Toole, por su Lawrence de Arabia), en una interpretación llena de honradez, dignidad, sabiduría, fe en unos principios morales, y firmeza en sus convicciones. Los actores Philip Alford y Mary Badham, interpretando a sus hijos pequeños, lo hacen muy bien, especialmente la pequeña Mary, que trasmite toda la admiración que un hijo puede sentir por su padre. La música de Elmer Bernstein es apacible, bellísima y evocadora, y la dirección de Robert Mulligan plasma a la perfección la novela de Harper Lee en la pantalla, sin dejarse ningún detalle o matiz. Estamos ante una película que educa, que enseña, y que nos muestra cómo debería ser el hombre ante ciertas situaciones, pero, sobre todo, emociona.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feisal
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