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España España · Madrid
Voto de Feisal:
5
Drama. Romance El archiduque Rodolfo, heredero del Imperio Austro-Húngaro, lleva una vida tediosa a pesar de estar rodeado de toda clase de lujos. Incluso sus amoríos le aburren, pero un día conoce a Marie y se enamora perdidamente de ella. Sin embargo, el emperador Francisco José considera que Marie no es una mujer adecuada para ser emperatriz. (FILMAFFINITY)
25 de mayo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intento fallido de retomar las esencias folletinescas y rosas de la Viena austro-húngara, esta coproducción anglo-francesa toma como punto de partida la enigmática historia (real) del romance entre el heredero al trono del Imperio, el archiduque Rodolfo y la baronesa María Vetseva, con las tensiones sociales de fondo del vasto territorio centroeuropeo. Con un fastuoso despliegue de decorados y vestuario, y un elenco formidable de actores de primera fila, la cinta falla en lo primero en donde no tenía que fallar: director y guión. Terence Young, conocido en aquellos años por dirigir las primeras aventuras de Sean Connery como James Bond, venía de realizar una estupenda película, "Sola en la oscuridad", pero el Imperio austro-húngaro le vino demasiado grande. La película comete el pecado de ser larga y no aprovechar esos 140 minutos adecuadamente para reconstruir con veracidad las tensiones entre el emperador y su heredero, y los dilemas morales que el romance de éste provocó.

Escribiendo él mismo el guión, Young demuestra estar muy lejos de ser David Lean o Franklin J. Schaffner para dotar de solidez, armonía y calidad a la historia, y acaba aburriendo con largos parlamentos que los actores recitan. Uno se distrae con el vestuario, el ambiente decimonónico aristocrático, la buena banda sonora de Francis Lai, el porte de Omar Sharif o los valses que se marcan de cuando en cuando, pero no se llega a sentir la pasión o la angustia de los dos amantes. Principalmente porque Catherine Deneuve tiene cero química con el pobre Sharif, y su actuación es fría y sosa. Sería más creíble convirtiéndola en amante del iceberg que hundió al Titanic.

La película, entre bostezo y bostezo, se eleva algo cada vez que salen en escena los magníficos James Mason y Ava Gardner, que aportan algo de brillo a esta superproducción desvaída y poco consistente. El fondo político e histórico, algo que hubiera dotado de vida al argumento, queda reducido a un par de escenas y poco más, algo impensable en los anteriormente mencionados Lean o Schaffner. Así, la película se pierde en el cajón de "lo que pudo ser y no fue". Una pena.
Feisal
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