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España España · Madrid
Voto de Feisal:
9
Intriga. Drama Jeffrey Wigand, científico y directivo de la famosa tabacalera norteamericana Brown & Williamson, descubre el secreto que la industria del tabaco oculta celosamente: las sustancias que crean adicción en los fumadores. Lowell Bergman, un productor televisivo, arriesga su carrera al invitar a su programa a Wigand, que ve cómo su vida se desmorona tras revelar la verdad a la opinión pública; pero nadie saldrá indemne de esta batalla contra ... [+]
11 de noviembre de 2008
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy en día quedan ya muy pocos héroes. Héroes en el sentido de gente que pasa miedo, un miedo terrible, y a cuyo alrededor todo se va derrumbando mientras las tenazas aprietan más y más. Pero que a pesar de todo eso, se mantienen en pie y mantienen en pie sus integridades, sus luchas y sus valores. Gente como Lowell Bergman o Jeffrey Wigand. Admiro a gente como ellos (y más aún a Bergman, puesto que muchas veces pienso que mi vocación es la periodística), supervivientes natos en un mundo implacable en el que términos como honestidad, honradez y lealtad nunca han estado tan devaluados. En "El dilema", Michael Mann, aparte de contarnos una trama inequívocamente periodística, en un tono casi de thriller; diserta acerca de estos valores, y de cómo el mundo moderno, las empresas (tabacaleras, de comunicación o cualesquiera que sean) y las personas que las dirigen, lo ahogan todo y a todos, por el hecho de mantener su infinito y omnipotente poder. En determinados momentos, y a medida en que vamos viendo cómo la presión (de Bergman con sus jefes y compañeros para poder emitir la entrevista y divulgar el escándalo; y de Wigand con su familia y con los chantajes que le va haciendo su antigua empresa) aumenta poco a poco, la película casi va adoptando tintes terroríficos hasta llegar a un supuesto clímax (Wigand en la habitación del hotel, mientras Bergman intenta contactar con él por teléfono). La película nos muestra con una lucidez, una sabiduría y una veracidad asombrosas de qué pasta están hechas las grandes empresas (tabacaleras en este caso), y de cómo "atan" incluso a sus más altos directivos, aparte de los oscuros tejemanejes y mentiras para con los consumidores. Pero no solo, puesto que si a través del personaje de Wigand (Russell Crowe, tremendo, inmenso) vemos el turbio mundo de las grandes empresas en general, y de las tabacaleras en particular; con Bergman (perfecto, sobrio e intenso Pacino, como siempre) asistimos al día a día de un prestigioso periodista, de sus tensiones con sus compañeros y con sus informantes. A la rutina de un buen periodista, en suma. Un periodista que debe ser ejemplo para todos aquellos que comienzan en la profesión, y que muestra cómo, a pesar de tener a los jefes en contra y de rayar el despido, Bergman juega todas sus cartas para proteger a su informante, y de no malvender el buen nombre de su profesión. En definitiva, pura y dura (más que nunca) ética. Ética como la que demuestra Wigand cuando, a pesar de lo que está sufriendo su familia (su esposa incluso le abandona con sus hijas) y a pesar del calvario personal y profesional, sigue fiel a sus principios, a sus deseos de denunciar las oscuras manipulaciones y mentiras de su ex-empresa todopoderosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feisal
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