Resulta cuanto menos curioso el observar cómo una tragedia histórica tan horrenda como fue la matanza judía llevada a cabo por la Alemania nazi de Hitler ha sido la base de inspiración de tantos largometrajes tan profundos e instructivos como lo es este film de Edward Zwick.

Acción, intriga, sentimiento, pero sobre todo mucha enseñanza y varias moralejas finales que dejan al espectador con alguna que otra idea dándole vueltas en la cabeza además de permitirle revivir el horror y el sufrimiento que un puñado de personas tuvieron que soportar en la vida real y al que tuvieron que hacer frente por culpa de las ideas de un lunático con demasiadas ansias de poder.

Zwick nos muestra en su largometraje la parte más humana de la guerra, cómo un pueblo prácticamente aniquilado fue capaz de resurgir de sus cenizas y resistir a su exterminio, sacando valor y esperanzas de donde solo parecía haber muerte, ayudándose y apoyándose unos a otros y no rindiéndose nunca ante el invasor.

En mi opinión, la escenografía, junto con las condiciones meteorológicas, es muy satisfactoria, así como las actuaciones principales, aunque debemos reconocer que algún cambio más en los rasgos del rostro o en la gesticulación de Daniel Craig no hubiera hecho daño a nadie (empieza a ser un poco cansado el hecho de vislumbrar siempre en la cara del actor la faceta de “tipo duro” tan socorrida). Y desde luego si hay algún aspecto que brille con luz propia en el film ese es la gran banda sonora, que ayuda muchísimo al espectador a meterse la situación que viven los protagonistas.

Un verdadero homenaje para todos aquellos héroes desconocidos, todas aquellas caras sin rostro que en ningún momento buscaron recompensa alguna por sus actos más que la de ver la felicidad en el rostro de su pueblo. A todos ellos va dirigida esta gran película bélica.