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España España · Madrid
Voto de Gelen:
3
Thriller Keith Ripley (Morgan Freeman), un ladrón de la vieja escuela, es frío, calculador y actúa según el "Código" de los ladrones, cuyas reglas son: realizar el encargo, cubrir al compañero, y no colaborar jamás con la policía. Gabriel Martín (Antonio Banderas), un ladrón de poca monta que se conoce las calles de Nueva York como la palma de la mano, colabora con Ripley en su último golpe: el robo de dos Huevos de Fabergé que jamás han sido ... [+]
23 de marzo de 2009
34 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera imagen: Dos joyeros con un maletín se disponen a cruzar la ciudad en metro (si en metro, porque dicen que así pasarán inadvertidos, ¡inaudito!) mientras charlan animadamente. Al pasar cerca de unas obras suena un guitarreo español y unas inconfundibles castañuelas...¡¡oh my God es Antonio Banderas!! A la escenita sólo le faltaban las azúcar moreno vestidas de faralaes cantando aquello de "tus ojos bandido, robaron con cuento..."

Si, por mucho que lo intente, por mucho que quiera evitarlo (si es que realmente quiere) Antonio en Hollywood, siempre será ese españolito gracioso que se lió con Melanie Griffith y que siempre ha presumido de tener un culazo. Sus papeles siempre encasillados en el típico latino potente que se liga a la buenorra de turno puede que hace años tuvieran su gracia, ahora resultan un patético intento por no querer envejecer.

La película en si es un tanto vacía, con un guión agarrado por los pelos y muchos errores en el montaje, pero es imposible concentrarse en este tostón, teniendo a Banderas en cada plano, poniendo caritas de gigoló, con la mierda de la musiquita de fondo (como se pega la jodía!) y con ese mechón de pelo engominado que se le cae "sugerentemente" por la frente acentuando una prominente calvita.

Antonio sólo te voy a decir dos palabras: saber envejecer. Que para tus casi cincuenta años estés es buena forma y aún hagas las delicias de tu Melanie me alegra un montón, pero no puedes seguir eternamente interpretando los papeles que hacías cuando tenías 30, o pronto te convertirás en una Ana Obregón cualquiera.

Por cierto, ni el gran Morgan Freeman logra salvar este esperpento. Un desastre con todas las letras.
Gelen
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