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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
7
Drama Charles es un joven provínciano que llega a París para estudiar derecho. Se hospeda con su primo Paul, que tiene piso propio en la ciudad, lo que le permitirá conocerlo y comprobar hasta qué punto sus cáracteres son antagónicos, pues mientras él es serio y responsable, Paul vive únicamente para disfrutar intensamente del presente sin importarle el mañana. Durante su estancia conoce a Florence, una de las amiguitas de Paul. (FILMAFFINITY) [+]
14 de febrero de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Niños de derechas haciendo cine de izquierdas”. Así llegó a definir François Truffaut en cierta ocasión a la Nouvelle Vague, movimiento en el que él mismo militaba. No sin cierta ironía, pues ni Truffaut ni la mayoría de sus compañeros procedían precisamente de alta cuna. Lo que pasa es que cuando saltan al ruedo del cine, a los antiguos críticos de Cahiers les une especialmente el afán de desterrar de las salas el cine convencional y burgués que les precede. De ahí a convertirse en azote de la clase burgues hay un paso. Como en tantas cosas, crearán escuela.; los llamados cines europeos surgidos en los sesenta tomarán nota, y algunos de sus cineastas más representativos harán bandera de la crítica a las clases más acomodadas de la sociedad (desde Saura a Polanski pasando por Bertolucci o Bellochio, sin olvidar por supuesto al Buñuel de la etapa francesa).

En esto de ser azote de la burguesía y de su discreto encanto, a Chabrol habría que echarle de comer aparte. A fin de cuentas se trata de uno de los nuevaoleros que sabemos no pasó apuros económicos en sus primeros años, así que sabe de lo que se habla, y tampoco se puede decir que su rebeldía sea una pose. En la filmografía chabroliana el ataque a las clases más pudientes adquiere connotaciones especialísimas. No es un tema, es el tema. Casi siempre sobre la forma de un thriller y con un humor bastante ácido, con bastante mala leche, vaya, el director no se corta un pelo a la hora de censurar los vicios de estos estamentos más elevados de la escala social, una crítica en la que a menudo suelen convivir lo siniestro, lo perverso y a veces hasta lo escatológico.

Algo de todo ello ya podemos atisbar en “Los primos”, la segunda película del realizador. Chabrol toca como hilo conductor el libro “Las ilusiones perdidas” de Balzac, la historia de un joven de provincias que viaja a París para triunfar en su profesión, el periodismo, y termina engullido por la vida capitalina. De nuevo como faro Balzac, un autor elevado literalmente a los altares por Truffaut en “Los cuatrocientos golpes”, cuya lectura recomienda una y otra vez a su protagonista ese abnegado librero al que da vida Guy Decomble (un personajazo tan inolvidable como el del profesor de Antoine Doinel que interpretara en la película que sirvió para darnos a conocer al pequeño desertor). En el otro extremo, Chabrol nos presenta a una juventud ociosa y snob que vive y bebe como si no hubiera un mañana, que prefiere en sus guateques a Wagner o a Mozart antes que a Adamo y a los Beatles. El realizador hace gala de su habitual maestría en el diseño de personajes. Tan chabroliana como la ambigüedad moral en la que éstos nos son presentados – en una película de Chabrol nadie se libra del tirón de orejas- es la aparición del característico triángulo que anuncia el drama y presagia la fatalidad. Avisados quedáis.
Juan Solo
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