Uno no se explica por qué un argumento como el de esta película, que podría haber dado mucho más de sí, se convierte en un desarrollo pastoso y desabrido; salvo los quince últimos minutos donde curiosamente, quizás porque las escenas se ruedan con la mar como compañía, la filmación se hace más interesante, atractiva y digna.

Darío Grandinetti en verdad no parece el más indicado para el papel de suegro y Juan Echanove tampoco para el de yerno, se debían haber intercambiado los papeles; pero da igual, ninguno de los dos está convincente en su personaje.

Por favor, es una película regular-regular, donde ni siquiera la niña (Cristina Valdivielso) nos agarra a la historia, menos aún Ariadna Gil. Parece como si el director Beda Docampo junto al plantel de actores, no hubiesen visto aún películas en el mismo sentido de calma y melancolía, de las que aprender antes de abordar la que han realizado, es decir películas tales como VERANO DEL 42 (de Robert Mulligan, USA 1971) o EL SUR (de Víctor Erice, España 1983) y no supiesen qué "carne hay que poner en el asador" de una narración cinematográfica de argumento más o menos sencillo-melancólico, para que resulte una obra de arte, o por lo menos un filme efectivo que nos haga sentir satisfacción de haber tenido la oportunidad de verlo.