1894 es un año muy lejano.
Incluso cuando se conversa sobre los pioneros del cine, esa época posee un significado especial: pertenece a los pioneros de los pioneros.
Por eso sólo cabe conceder a este tipo de filmaciones su auténtico valor: el de la experimentación con la cámara para ahondar en los misterios de ese nuevo juguete que había hecho aparición en los ambientes más vanguardistas.

Un documental, una pequeña historia o una reportaje filmado al azar eran los mundos que W. Dickson decidió explorar. Eso siempre habrá que agradecérselo.