Escenas de París a mitad del siglo XX contadas como una larga retrospectiva de carácter social y costumbrista -con su guiño de picardía y su mohín de ingenuidad- para ofrecer a B. Bardot la oportunidad de demostrar sus dotes como actriz.
La historia resulta interesante y hay que reconocer que el guión consigue imprimir un sesgo de dinamismo muy atractivo al que P. Gaspard-Huit saca máximo partido.
Posee enredos de comedia, pinceladas de humor y un toque romántico que se desarrollan en un contexto intrascendente y amable.
La película es distendida pero no exenta de profundidad, sencilla pero con calado humano, lozana, sugestiva, elaborada con primor y deja ese regusto de complicidad entrañable que tanto se agradece.