Mítica donde las haya, el salto desde la pequeña pantalla hasta el celuloide permitió a Robert Wise añadir a su dilatada carrera como director otro magnífico título e incorporar definitivamente al parnaso cinematográfico a los protagonistas de la famosa serie televisiva.
Un ambicioso guión cargado de sugerentes propuestas se convirtió en una película intemporal, con estupendos efectos especiales, amena, con buen pulso narrativo y muy interesante a la que sólo se le puede censurar algunos rasgos de ingenuidad, a veces falta de tensión interpretativa por parte de sus protagonistas y, en ocasiones, cierta lentitud.

A día de hoy tanto el nombre de la nave como los de alguno de sus principales personajes siguen siendo recordados en medio mundo.
Treinta y cinco años después mantiene su valor como película de culto.