La propuesta de I. Rapper -bajo guión de H. McCoy y de I. Wallace- puede resultar en algunos momentos poco sutil pero siempre exhibe una acendrada vocación social, psicológica y emotiva.
C. Heston y L. Scott llenan la pantalla con presencia poderosa y aportan su dotes de interpretación para el buen funcionamiento de la película junto a una gran labor del resto del elenco.
La fotografía es impecable, la ambientación seduce por su sencillez y el juego de las cámaras sabe crear ese componente mágico que el cine convierte en realidad.
Las tramas se imbrican entre sí con naturalidad, ofrecen perfiles bien definidos y el conjunto forma una película armónica de elegante factura y de indudable brillo cinematográfico.
Para retener en la memoria.