Retrato costumbrista con trazas de drama que juega a ser comedia -o viceversa- y que mantiene una actitud de intriga hasta el final de la película.
Entre la sonrisa y la incertidumbre, el texto de E. Romero posee enjundia y, aunque el guión podía haberle sacado mayor partido, hay que reconocer que sabe trasladar a la pantalla las notas principales del brioso argumento.
R. Gil incorpora un ritmo adecuado, una correcta concepción de la escenografía, un planteamiento elegante y un sencillo pero certero análisis psicológico y caracterial.
Debe resaltarse, sin ninguna duda, la magnífica actuación de los tres protagonistas principales.

Dos décadas después buscaron inspiración en este mismo texto del escritor español tanto J. Engelhard, en su adaptación en forma de nueva novela (1988), como A. Lyne para presentar su controvertida película en Hollywood. (1993).