El anónimo texto del siglo VI posee frescura, diálogos ingeniosos, lances divertidos y notables escenas de alcoba muy propios de la literatura picaresca italiana de güelfos y gibelinos.
Pero M. Franciosa -guionista- no ha sabido trasladar su esencia a la pantalla porque su versión carece de talante cinematográfico y su adaptación se limita, en general, a una simple representación de algunos pasajes anecdóticos de la obra.
La película resulta lenta, por momentos impostada y carece del vigor narrativo y de la capacidad de fabulación que la peripecia requería.
Lo que sí ofrece, en cambio, son interesantes perspectivas de la Venecia medieval, un cuidado repertorio de encuadres de cámara y una afortunada selección de interiores.