Como si el calendario nos hubiera retrotraído cuatrocientos treinta años atrás, A. Castellón compone una película curiosa, inusitada, atrevida y, a sabiendas, muy poco comercial.
Se trata de una adaptación del relato de R.J. Sender, cuya socarronería y florido verbo forman un hermoso texto escrito, auténtico espectáculo de fino estilismo literario.

El largometraje presenta detalles de gran factura cinematográfica, una ambientación estupenda y una interpretación sobresaliente (la intervención de M. Rellán resulta magnífica) que excita la curiosidad del espectador por su carácter desacostumbrado y por su excepcional propuesta.

Texto muy valioso y película singular.