Las oscuras maniobras del pugilismo, sus componendas y añagazas señalan la línea argumental de esta aventura del sagaz Mr. Moto, en cuyo guión tuvo cabida K. Luke, hijo de Charlie Chan en la ficción.
La acción resulta interesante, su itinerario discursivo ofrece momentos de brillantez, la ambientación alcanza destellos más que notables y algunos apuntes de humor consiguen suavizar la tensión cuando conviene.
Y aunque a veces se abusa de la utilización de un azar favorable para desenmarañar los entresijos de la trama, hay que reconocer que la película posee un aceptable ritmo narrativo y un sentido del ingenio muy cuidado.
Pero lo que más llama la atención es la estupenda interpretación de P. Lorre, cuya presencia ya deslumbraba en la pantalla antes de que producciones más ambiciosas elevaran su nombre hacia lo más alto.