Agridulce comedia de aire costumbrista y fachada sencilla cuyo trasfondo social, a pesar de su evidente acritud, está tratado con suaves pinceladas de humor que lo convierten en entrañable.
La historia discurre en un ambiente rural cargado de psicología popular en la que A. Garisa desempeña el papel principal brindando una lección magistral de profundidad en la interpretación de su personaje.
El argumento tiene una gracia indudable -también su guasa- y está desarrollado con frescura, con ese candor narrativo que resulta tan atractivo cuando la ingenuidad formal y la naturalidad conceptual se dan la mano deliberadamente.
Los años no le pesan sino que acrecientan su valor como obra importante.