Le Prince, Muybridge, Marey, Dickson, Reynaud o Heise pertenecen a la nómina de ilustres desconocidos para el gran público que, desde su casi anonimato, aportaron un grano de arena más que notable para que el cine diera sus primeros pasos mucho antes de que el siglo XIX amenazara con decirnos adiós.
Poco a poco vamos descubriendo el nombre de nuevos pioneros y entre ellos hay que apuntar el de dos hermanos alemanes de grafía difícil: Skladanowsky, Max y Emil.

La lucha sobre el cuadrilátero está filmada con sencillez pero con suficiencia, consigue un encuadre perfecto y es capaz de trasmitir al espectador, incluso al actual, una buena dosis de emoción y de cercanía.