En los últimos años de 1800 la pasión por el cine se extendía por todo el mundo como una fiebre imparable.
Conocíamos la salida de los trabajadores de una fábrica en Francia, en Estados Unidos o en España pero poco a poco vamos descubriendo otros intentos coetáneos y esta filmación portuguesa representa una agradable sorpresa.
La emulación y la copia están separadas por una delgada línea que nunca podremos saber quién traspasó y quién no lo hizo.
Pero la labor de difusión, de generalización y de popularización del nuevo arte en aquellos años debe ser bien valorada.
Y con generosidad.