La madeja se va devanando hasta convertirse en un ovillo al ritmo que la cautela demanda y el cuerpo de la película cobra solidez de thriller intenso, reclama toda la atención del espectador y le introduce en una interesante trama con mil recovecos llenos de intriga y suspense.
La interpretación contribuye al éxito de la producción y la película está bien dirigida pero incorpora algunos detalles que buscan un efectismo innecesario y, en algún momento, el argumento flaquea por el evidente carácter pusilánime de uno de los protagonistas que desdibuja la intensidad del drama y anticipa al espectador el curso de los acontecimientos.

A pesar de esos problemas el largometraje consigue sobreponerse y demuestra entidad propia, mantiene un elevado nivel de calidad narrativa, su capacidad de fabulación es excelente y F.E. Feist imparte un auténtico curso de habilidad formal y de dominio de los recursos técnicos.