La película se compone de una sucesión de estampas bíblicas que completan esa visión general de Cristo a que alude su título.

La escenas están rodadas con soltura, la selección de los episodios es acertada y su estructuración dota a la obra de un ritmo ágil y dinámico, el argumento capta con facilidad la atención del espectador y la coherencia argumental mantiene un nivel muy elevado en el contexto de un ajustado sentido dramático.

Si, además, la mano de la directora se muestra particularmente hábil en su capacidad de síntesis y en la utilización de recursos visuales (encuadres, ambientación, decorados, elección de exteriores y movimiento de masas), cabe concluir que nos hallamos ante una magnífica producción de principios de siglo.