Desde que soy pequeño, mi padre siempre ponía películas de Clint Eastwood en casa, era como su Dios de la caja tonta (junto a la gran estrella de los western, John Wayne). Es por ello, que le profeso un respeto enorme desde que era un infante y me sentaba a ver sus pelis en el salón con mi familia, sin dejar de ser esto curioso, al ser muchas de ellas para mayores de 18 años. Desde El bueno, el feo y el malo, Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio, pasando por Sin perdón, Harry el sucio y terminando con las más recientes Million Dollar Baby, Mystic River, Gran Torino y la que nos llega última a su gran legado, Mule o La Mula, como queráis llamarla. Paso a hablar un poco de la misma:

Todo empieza con Earl, un afamado horticultor que ve como sus años dorados se van tornando en pálidos y de escasez cuando se instaura Internet en nuestras casas. Le hace falta dinero y se tiene que meter a transportista para un cártel mexicano de droga. Hasta ahí todo bien, el problema para mi gusto es que nos lo meten todo con calzador y aunque chirríe, como cuando un niño de 2 años juega al puzzle de figuras geométricas e intenta meter el triángulo en la silueta del cuadrado, pues así durante todo el primer tramo de la película. A la vez que va haciendo sus primeras entregas también muy forzadas, por amor al arte y por ayudar al prójimo, cuando jamás se había preocupado por su familia en todos los años que se había estado dedicando al trabajo.

Aparte de eso y de algunos clichés sentimentales que para mi gusto sobraban, la película no deja de ser entretenida con algunos bueno momentos de humor, y al fin y al cabo, yo he estado las casi 2 horas que dura el largometraje sumergido de copiloto en la pick-up (la Ford me gustaba más, no os voy a engañar) de nuestro, cada vez más decrépito, amigo.

Como valoración general le pongo un 7, porque no deja de lograr su objetivo de entretener al espectador, pero ni de lejos es una película destacable de su más reciente filmografía, como lo fuera Gran Torino.

Qué bonito es poder decirte: ¡Qué grande eres Clint!. En presente simple. ¡No te vayas nunca!