Lo primero que tengo que decir es que si estoy escribiendo esta crítica es porque me avergonzaría hacer críticas a otras series o películas de un nivel bueno o incluso muy bueno y que esta maravillosa obra de arte contemporáneo no la tenga.

The Wire es una serie que empieza muy lenta. Bueno espera no, voy a ser sincero... Es una puta carrera de caracoles. Pero joder, en la meta está la lechuga más gigante y más sabrosa que vais a encontrar en vuestra mísera vida de moluscos gasterópodos.
Y claro, al principio la meta está lejos y empiezan las dudas, pero conforme vayáis entrando en la historia, os aferraréis a Baltimore como Baltimore se aferrará a vosotros:

Amaréis al jodido borracho irlandés Jimmy McNulty
Amaréis la risa de Bunk Moreland
Amaréis la mirada por encima de las gafas de Lester Freamon
Amaréis la ironía de Kima
Amaréis a la puta pareja de baile Carver y Herc
Amaréis al que está siempre en las buenas y en las malas Sydnor
Amaréis al pedazo de patán Roland Pryzbylewski (He tenido que ir corriendo a Wikipedia).
Amaréis incluso al Lieutenant Cedric.

Pero es que no sólo amarás a los "buenos", porque te darás cuenta que lo que hace obra maestra a esta serie es que los buenos no son tan buenos ni los malos tan malos.

Mención aparte a Omar the King, Bubbles, Stringer, D'angelo, Bodie, Levy, Clay Davis y sus "shiiiiiit". Joder, no quiero recordar a nadie más porque me hace sentir incluso mal.

Amaréis también todo el contexto donde se desarrolla la trama, incluso en los peores barrios de la ciudad (jodido Bunny y su Hamsterdam) os sentiréis como en vuestra propia casa. Y es que, llegado el momento, casi que llamarás para empadronarte en el boquete más chungo de Norteamérica.

En definitiva, cuando llegues a la meta vas a sentir que has visto una de las mejores series de tu corta existencia, pero también sentirás que ha llegado el final... y vaya FINAL.

La vida sigue aquí y en Baltimore.