Lo que podría considerarse una "obra menor" dentro de la avalancha de cine magistral que nos llega de Corea no es sino un ejercicio, fantástico, de tocar palos distintos en un cine que no para de sorprenderme.
La historia de un villano, un hombre que desde niño controla el pensamiento y la voluntad ajena con solo una mirada, y la de un héroe que no deja de ser un hombre normal que se aferra a la vida, está plagada de buenas intenciones, buen hacer cinematográfico y momentos entrañables como pocos.
Lo mejor: El inicio, con esa madre desesperada por normalizar al hijo rarito. Técnicamente es perfecta. El cómico trío formado por el turco, el de Ghana y nuestro héroe. Un final prodigioso.
Lo peor: Que no llegue a nuestras pantallas, como siempre...
Uno de estos días, aprendo coreano, me cojo un vuelo barato y me quedo allí de por vida.
Son unos GENIOS.