The Vicious Brothers rodaron el año pasado uno de los poquísimos Found Footage-subgénero de terror que va más allá del falso documental pretendiendo que lo que se muestra en pantalla son las cintas encontradas en el siniestro lugar de los hechos, con los protas desaparecidos-medianamente decentes. La cosa sucedía en un viejo Hospital psiquiátrico del que en esta secuela se nos dan hasta las coordenadas(!). En esta ocasión sólo ejercen de guionistas, alargando y estirando el éxito de su barata película y dejando en manos de un tercero la dirección, mucho más chusca, enrevesada y facilona. La cosa trata de lo siguiente: Un estudiante de cine que empieza a rodar su ópera prima de terror, tras ver Grave encounters y recibir correos de un extraño que le muestran el video de un superviviente, empieza a investigar y descubre que ninguno de los actores de la peli ha vuelto a dar muestras de vida. Acude a casa del supuesto superviviente y su madre, loca como una cabra, le dice que está vivo, con lo que se siente lo suficientemente alentado para abandonar su proyecto y rodar una segunda parte en el hospital. Una vez allí, pues más de lo mismo, pero peor, ya que la sorpresa es nula, las interpretaciones terribles y el punto de credibilidad, inexistente.
Aún así tiene un pase y los amantes del Found Footage, del mockumentary o del terror-verité la disfrutarán fijo.
Lo mejor: Es más aguantable que la mayoría de falsos docus.
Lo peor: Flojea demasiado ante la mezcla de historias deslabazadas.