El cine reciente japonés tiene un punto que por rachas me fascina y me repugna pero que siempre, aunque trate de evitarlo, acaba haciendo que me reconcilie con él.
Y esta peli es la última de mis reconciliaciones. Plagada de referentes geniales y paralelismos con algunas de las tramas de los grandes directores nipones actuales, Uchida se antoja un genio aún con minúsculas con un dominio absolutamente impecable de la convergencia de géneros, ese rollito fusión que cuando es bueno, es mejor.
La cinta tiene infinitas virtudes, a destacar su protagonista, una star system de las de antes, que mata y sufre como nadie.
Preciosa reflexión sobre la soledad y sus consecuencias.
Los japos usan la cámara lenta con Albinoni, Ravel, o Pachelbel como nadie.
Un DIEZ.
Y de cabeza a mis pelis favoritas, y van casi treinta ya.