Happy Town no ha resistido la enorme espectativa que se puso en ella aún no sé por qué. Antes de su estreno se la comparó con una de las más poderosas y arriesgadas puestas en escena que ha dado la televisión en forma de serie, Twin Peaks, con la que realmente comparte poco o nada, y esa sin duda ha sido su condena a muerte, pues en el tercer capítulo se decidió que no se prolongaría más allá de esta temporada y se le dió un parón-creativo, de esos tán de moda-para acabarla en el octavo de sus episodios.
Con una trama bastante adictiva, un misterio, bobo, pero que engancha, y una dirección lo más alejada que cabe de la de Lynch, la serie es una buena alternativa a modelos CSI, de esos que tánto abundan y de los que hay mejores y peores.
Las interpretaciones, infinitamente mejor que la media, en especial la adorable -a ratos- en A dos metros bajo tierra y odiosa y odiable aquí hasta la saciedad Frances Conroy.
Pues eso, una lástima, porque a estas alturas y a un capítulo de su final, o mucho precipitan las cosas o nos encontraremos con un final-cagada de traca.
Ay, el vil metal y una audiencia soberana pero tontorrona a espuertas...
Lo mejor: su ingenuidad por momentos, adorable.
Lo peor: con Twin Peaks tiene poco, muy poco que ver. Pero bueno, tampoco Los Tudor y es de lo mejorcito que se ha hecho...
Por cierto, y ya que aún no está en la base de datos, otra serie que promete y acaba de estrenarse, Persons Unknown, un survival angustioso que hará las delicias de mis compis de masoquismo televisivo...