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España España · asturias
Voto de javieritos:
10
Acción. Thriller Un médico brillante y sádico en una búsqueda de venganza compra una mujer joven a la que entrena para que se una asesina perfecta, le implanta piezas de la pistola en su cuerpo que más tarde se debe montar y usar para matar a su objetivo antes de que ella muere desangrada. Este plan es su única oportunidad para lograr su venganza donde ocurrirá en una instalación subterránea donde el asesino va a cumplir con sus fetiches sexuales. (FILMAFFINITY) [+]
26 de septiembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Pinku Eiga(Violencia Rosa en castellano) es un subgénero cinematográfico de acción japonés surgido a finales de los años '60 y que tuvo su mayor fuerza en los años '70. Está delimitado por una serie de normas y características fundamentales, entre las que las más importantes son: siempre están protagonizadas por mujeres jóvenes y hermosas, las tramas están relacionadas con venganza, guerrillas o bandas callejeras, se muestran asesinatos y/o cualquier otro tema en el que se recurra a la violencia. Dentro de este género destacan films como Blossoming Night Dreams o Stray cat Rock , entre otras muchas, y una de las musas mas representantes en este movimiento es Reiko Oshida, protagonista del clásico de culto Okatsu The Fugitive.
De entre todos los directores que se volcaron con el Pinku, destacan talentos inigualables como los de Kôji Wakamatsu, Norifumi Suzuki, o Takashi Ishii, que lleva la «exploitation» a límites más extremos.
Wakamatsu, recientemente fallecido, llegó a dirigir más de 100 películas, produjo algún que otro título polémico como “El imperio de los sentidos” y dedicó toda una carrera dedicada a un género como el «pinku eiga», reflejo de una generación de cineastas nipones de los que él ha llegado a ser considerado el más importante en algunos círculos e, incluso, uno de los principales cineastas de la década de los 60 en Japón, con títulos como The Embryo Hunts in Secret, Violated Angels o Go, Go Second Time Virgin, que definió uno de esos géneros marginales que nunca está de menos reivindicar por un carácter subversivo que todavía no ha perdido su efervescencia hoy en día, por décadas que pasen. Su último estreno fue en Sitges, Caterpillar, trabajo incluso nominado al Oso de Oro de Berlín.
Concluída esta chapa que os meto, vamos a analizar la peli en cuestión, “Gun Woman”, del muy interesante director y guionista Kurando Mitsutake, claro admirador devoto de mi adorado Wakamatsu.
La trama de la cinta es tan rebuscada como suelen serlo en el subgénero: La película comienza con dos sicarios en un viaje por carretera a Las Vegas discutiendo sobre un violador japonés monstruoso sádico y asesino al que llaman "hijo de Hamazaki", por ser hijo de un político japonés millonario. La historia gira en torno a él en un primer momento. Es un tipo bajo, flaco y pálido como un cadáver con ojeras y mirada de perturbado mientras despliega su violencia impune. Cuando Hamazaki muere, el hijo recibe un montón de dinero de la herencia con la condición de salir de Japón y no volver jamás. Entonces, tras una serie de violaciones y asesinatos en diferentes países, se establece en Los Angeles.
Él psicópata culpa a un médico por la muerte de su padre, porque no pudo salvarle la vida, y el hijo de Hamazaki encuentra a este médico y su esposa, a la que viola despiadadamente y la asesina después, ante la mirada paralizada del doctor, nuestro verdadero protagonista.
El médico entonces, con un sentimiento de venganza extremo compra a una mujer drogadicta, la sana y entrena para convertirla en el arma perfecta, incluso implantándole armas en su propio cuerpo, con las que matará a su objetivo, el despiadado asesino multimillonario, aunque tenga que morir desangrada al arrancar las distintas partes del arma.
Este rebuscadísimo plan es la única oportunidad que le queda a nuestro protagonista para lograr su venganza que se desarrollará en una instalación subterránea, alejada de la verdadera trinchera donde vive el sádico rodeado de sus guardaespaldas no están alrededor, donde el despiadado asesino con el que quiere acabar va a satisfacer sus fetiches sexuales.
Independientemente de si se es fan o no del género, lo que os puedo asegurar es que la película es absolutamente entretenida, no da lugar a dudas absurdas ni tiempo para aburrirse, si bien no llega al nivel de excelencia de Pinkus clásicos, que mezcla con un aire de explotation y gamberrismo muy propios del director.
Con una buscada estética cutrona, rozando la de la producción de serie B, pronto se rebela como una producción cuidada, estética, con una banda sonora excelente, de Dean Harada y una fotografía obra de Toshiyuki Imai, en la que cada encuadre está destinado a permanecer por mucho tiempo en nuestras retinas, y el buscado ambiente, gracias a las técnicas de filmación que hacen que la película parezca más antigua de lo que es, creando un esteticismo único. En cuanto a los actores, hay que decir que la mayoria están increíbles (especialmente Mayumi, Asami (en su mejor interpretación), Kairi Narita y Noriaki Kamata) como partes de un montaje nostálgico que en mi opinión es lo mejor de la cinta.
La película tiene momentos absolutamente impresionantes, con una gran cantidad de sangre: gore puro hecho sangre oscura y pegajosa, en un claro homenaje al Hardgore de los 80, en el mejor sentido. Aunque en mi opinión la violencia es demasiado basta y se olvida pronto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
javieritos
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