Pablo Moreno, experto en el género de cine religioso con títulos previos como Poveda o Luz de Soledad, dirige esta historia real sobre el poder de la fe y la vocación. Sigue los pasos de Ana, una joven de familia adinerada que pronto contraerá matrimonio con un joven apuesto. Sin embargo, oye la llamada de Dios y decide abandonar su vida para comprometerse con una vida de oración, expiación y altruismo. Al mismo tiempo, se alterna el relato con el robo de sus huesos por parte de dos hombres republicanos durante los años convulsos de la guerra civil.

Por un lado, el film consigue transportarnos a los inicios del siglo XX con una estética bien marcada, y un diseño de arte y vestuario acordes al momento. No obstante, por otro lado, algunos manejos de cámara inestables, recursos simples y poco efectivos –como la voz en off que hace referencia a Dios– y un etalonaje demasiado llamativo y vibrante –las escenas nocturnas enrojecen los rostros de los personajes–, evidencian un presupuesto bastante exiguo.

Por lo que respecta a la narración, avanza, a menudo, demasiado deprisa y en saltos temporales que pueden despistar a un espectador desconocedor de la historia original. Las escenas transitan de manera poco natural y rígida, y construyen un relato algo monótono. De igual forma, la banda sonora llega a ser algo excesiva y redundante. A pesar de todo ello, las actuaciones –con especial mención a su actriz protagonista, Marian Arahuetes­– redimen una trama, en ocasiones, tediosa.

En definitiva, Petra de San José es una película parcialmente inspiradora sobre una mujer que supo sobreponerse a grandes obstáculos y a los prejuicios ajenos hasta llegar a recibir el apoyo del mismísimo Papa. Además, nos descubre a un personaje mayormente desconocido, pero se erige como una cinta de nicho, con una audiencia específica, y de la que cuesta imaginar que pueda llegar a extenderse y generar interés más allá.

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