El famoso detective Conan vuelve a la gran pantalla con su 24ª película, que mantiene el carácter singular de las anteriores: un capítulo más largo de la serie y con tramas más complicadas de entender, aunque eso no supone ningún problema para el público.

La cinta está hecha para gustar tanto a los más fans del icónico detective como a aquellos que van al cine a pasar un buen rato. Al principio, el relato puede parecer un poco enrevesado. Sin embargo, el mismo va explicando las relaciones entre personajes y otros hechos que se tienen que saber para entenderse bien.

A nivel visual, esta entrega se sale, de manera positiva, totalmente de la esencia de la serie: combina la animación original con escenas que tiran más al 3D, sin quedar forzadas ni extrañas a la vista. De hecho, en muchas de estas secuencias, el espectador podrá entender mejor lo que sucede gracias a este recurso óptico.

Pese a su extensa duración para ser una producción de animación, no aburre en ningún momento y te mantiene en vilo constantemente para saber cómo se va a resolver el misterio. A ello también ayudan los pasajes de acción –que no son pocos–, donde destacan persecuciones y combates.

Cabe subrayar que, en ocasiones, la película se embrolla un poco a causa de su vocabulario, ya que alude a muchos sitios de Japón, a nombres en japonés y a tecnicismos que puede que no todo el mundo entienda, a pesar de que se acaban explicando. Aun así, este título se deja disfrutar igual y estas pequeñas confusiones no afectan en nada al argumento.

En resumen, esta secuela es un gran acierto para los fans del Detective, que van a ver lo que podría ser un capítulo de la serie, pero más largo y con mejoras técnicas muy notables. Para los que no son tan seguidores, esta es una buena oportunidad para empezar a serlo, y qué mejor manera que con una buena historia.

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