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Voto de Revista Contraste:
7
Drama Vlada trabaja como conductor de un camión congelador durante el bombardeo de Serbia por parte de las fuerzas de la OTAN en 1999. Su último encargo consiste en transportar una misteriosa carga desde Kosovo hasta Belgrado, a través de un territorio desconocido para él, inhóspito y peligroso, en un país devastado por la guerra. Vlada no quiere saber qué es lo que transporta, pero su mercancía se convertirá poco a poco en su carga. (FILMAFFINITY) [+]
13 de mayo de 2019
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera prima de Ognjen Glavonic para la gran pantalla se aproxima a un relato de guerra de una forma innovadora. El director no sitúa al auditorio en un contexto dramático en medio de luchas ni expone la muerte de manera directa. Al contrario: propone una travesía en camión desde Kosovo hasta Belgrado para explicar los mismos sucesos, pero desde un punto de vista diferente. No obstante, el eje central no es esa ruta, sino el viaje interior del conductor, que logra representar la situación del país.

En esta película priman los ambientes plomizos: cielos grises, clima invernal y oscuros interiores que realzan la coyuntura social y política. Sin necesidad de música de suspense o acción trepidante, el film se acerca al género del thriller mediante silencios, planos largos y frases escuetas.

Asimismo, Vlada es un protagonista seco y reservado; que ha oído historias de guerra de sus antepasados y ahora se encuentra inmerso en una. No hace preguntas sobre el cargamento que transporta: no le importa, o prefiere no saberlo –ya que se intuye poco legal–. Su personalidad contribuye a subrayar la desdicha y, dentro de su cabina, está aislado de la tragedia exterior. Por ello, Leon Lucev merece un sobresaliente en esta producción, ya que con escasas frases de guion consigue transmitir a la audiencia un contexto sobre el que no se da ninguna explicación. Su excelente interpretación logra, mediante miradas y gestos faciales, situar al público, mostrar sus sentimientos y expresar el temor de los ciudadanos.

Por otro lado, la atención se desvía a veces hacia personajes secundarios que se encuentran a lo largo del camino. Estos giros ocasionales, a pesar de que no desvelan el pasado ni se desarrollan hasta alcanzar un desenlace, permiten vislumbrar la extensión del conflicto bélico. Así se revela la realidad del país, sin tratar directamente las desgracias personales.

Historias tristes e inacabadas, encuentros, introspección y un entorno hostil son la verdadera carga en este recorrido de más de una hora. A pesar de no ser apasionante como thriller o título de terror o suspense, La carga es una creativa propuesta que narra crónicas de guerra desde fuera del campo de batalla. Ocultando los enfrentamientos más desoladores, se da a entender de manera inteligente y sobria el horror de la contienda. Sin ver sangre ni oír gritos o disparos, el espectador puede hacerse cargo –a través de la intuición, las deducciones y la reflexión personal a la que induce la trama– de la participación de los habitantes serbios en el combate de 1999.

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Revista Contraste
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