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Voto de Revista Contraste:
2
Comedia Cuatro empleados de una oficina se preparan para la celebración de los 50 años de la empresa mientras intentan resolver ciertos problemas. Álvaro (Santi Millán), Cristina (Malena Alterio), Paula (Natalia de Molina) y Alberto (Carlos Areces) son cuatro personas en crisis que trabajan para la misma empresa de cosmética. Luchan por lo que quieren mientras se enfrentan a sus propios reflejos ante el espejo. Ambición, miedo, amor y traición ... [+]
20 de mayo de 2022
31 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece increíble lo que cunden ochenta minutos cuando no se tienen las ideas claras o las formas decididas. Por eso, cuando por fin termina Espejo, espejo, la cabeza del espectador todavía queda retumbando un buen rato intentado procesar lo que se ha visionado y comprender qué nos querían contar o transmitir exactamente.

Decidida, como siempre, a valorar el buen hacer y las buenas intenciones de cualquier cineasta, y más si es patrio, me quedo en primer lugar con los dos grandes aciertos que ofrece este film. Por un lado, la utilización de los espejos como conciencia visible de los personajes, sin ser novedosa (no tenemos más que recordar a Blancanieves) resulta simpática, adecuada y técnicamente muy lograda. Por otro lado, y como gran virtud de este proyecto, el trabajo de todos los actores, primeras espadas de la comedia nacional, que despliegan su profesionalidad con un entusiasmo inversamente proporcional a la calidad de sus papeles.

Todo lo demás es, como poco, confuso, y, como mucho, lamentablemente, patético. Aparte de la vulgaridad y el humor rancio y grueso que no parece que nos vayamos a quitar de encima a pesar de que Esteso y Pajares ya hace mucho tiempo que dejaron de ser tendencia, el guion vapulea los temas y los mensajes haciéndolos pasar del panfleto de agenda institucional a la parodia de esa misma ideología.

El narcisismo, el concepto de belleza, la autoestima, las relaciones laborales y personales, las puñaladas empresariales, la omnipresencia de la publicidad y la banalidad con la que se trata todo lo anterior se mezclan, se agitan y se desparraman con la inconsistencia de una manguera que nadie sujeta. Si quieres tomarte los problemas en serio, la ligereza con la que se exponen y unos diálogos plagados de soflamas de calendario barato exasperan, indignan o , directamente dan ganas de llorar. Si, por el contrario, entiendes que es simplemente una comedia que describe en clave de humor el caos de la sociedad actual, entonces entristece ver cómo se parodian situaciones que, en la vida real, producen tanto sufrimiento, en especial todo lo referido a la identidad sexual y su proyección exterior.

En definitiva, una vez más, todo el talento interpretativo desperdiciado por un patético intento de adoctrinar, parodiar y seguir engordando el dudoso catálogo de Netflix.

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Revista Contraste
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