Con un público objetivo muy marcado desde el comienzo del film, Medjugorje, la película arranca exponiendo los inicios del largo recorrido espiritual de un pequeño pueblo en Bosnia y Herzegovina. En la década de los 80, seis jóvenes afirman haber visto a la Virgen María en lo alto de un monte. Esta aparición, sorprendente y temerosa para los adolescentes, termina cambiando sus vidas por completo. Estos chicos –ahora adultos– explican de primera mano su experiencia, algo que, sin duda, aporta una perspectiva única.

Su estructura está dividida en dos partes. Primero se opta por definir y dejar claro qué es Medjugorje y qué tipo de acontecimientos han sucedido hasta la actualidad. La segunda mitad se centra en las revelaciones de aquellos que han visitado el pequeño municipio, individuos de distintas creencias y educación.

Un factor que provoca la pérdida de fuerza de la película es su excesiva repetición. Una vez se han mostrado los orígenes de la aldea, intervienen bastantes entrevistados que narran relatos parecidos –cada uno de un modo distinto– con igual conclusión.

El reportaje deja un mensaje claro: Medjugorje es un lugar especial que logra transformar a la mayoría de sus visitantes/peregrinos. Con esta idea como base, es fácil captar la atención de una audiencia ya creyente, con las mismas convicciones, pero es un hecho que puede abrumar a esos espectadores que tan solo buscan aprender sobre el sitio y su historia.

En definitiva, a pesar de que se excede en reiteraciones e insiste demasiado en la magia de la localidad, esta nueva propuesta de Jesús García Colomer y Borja Martínez-Echevarría rebosa emotividad, esperanza y testimonios que pueden servir de gran ayuda a esos creyentes –y no creyentes– que necesiten orientación religiosa.

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